miércoles, 2 de abril de 2014

Capitulo 50

—No... —exclamó con agonía.
—Si Paula—la rodeó con los brazos y la pegó contra el pecho —Imposible como puede parecer, aquella noche me enamoré de ti. Siempre te he amado, solo a ti. Tanto, que en estos últimos cinco años no ha habido otra mujer en mi vida, ni en mi cama —añadió.

Paula se aferró a él a medida que asimilaba las palabras, eso era más impactante que lo que le había contado acerca del accidente.

La amaba. Siempre la había amado.

Sintió las lágrimas por sus mejillas. Lloraba por todo el dolor y la desilusión que inadvertidamente se habían causado el uno al otro por tantos malentendidos, por todo el tiempo que habían perdido.
Se apartó levemente de él para mirarlo a los ojos.


—Pedro a pesar de lo imposible que debe parecer yo también me enamoré de ti aquella noche —y adrede repitió sus palabras. —Siempre te he amado. Sólo a ti. Tanto que en estos últimos cinco años no ha habido otro hombre en mi vida ni en mi cama.


La expresión de él no cambió, no parpadeó, no habló. Simplemente siguió mirándola.


—¿Pedro? lo estudió preocupada. —¡Pedro te amo! ¡Te amo! —repitió desesperada. —Jamás fue mi intención decepcionarte después del accidente sólo pensé que para ti había sido la aventura de una noche Pedro, por favor.
—Tú no me decepcionaste, Paula —cortó con aspereza- jamás me has decepcionado, fui yo quien te decepcionó a ti cuando ni siquiera se me ocurrió que tú podrías creer que estaba enamorado de Samantha. Fui yo quien te decepcionó al no pensar siquiera que podrías quedarte embarazada después de nuestra noche juntos ¿Cómo puedes amarme después de lo que has sufrido debido a que mi orgullo me impidió volver a buscarte? ¿Cómo puedes amarme cuando mi arrogancia y mi intolerancia significaron que tuviste que pasar por el embarazo, por el nacimiento de Toby por los primeros cinco años de su vida completamente sola? Y para empeorar las cosas, cuando vuelvo a verte te obligo a casarte conmigo movió la cabeza. No debería haber hecho eso.
Eres el padre de Toby...
—Él no fue la causa por la que te impuse este matrimonio, Paula. Fue… —suspiró —Al volver a verte al darme cuenta de que aún te amo, !no pude soportar la idea de dejar que volvieras a alejarte de mí!


¿No se había casado con ella sólo por Toby? Pareció desconcertada.


—Pero si sentías eso... si aún me amas...
—Ahora te amo más que nunca —le aseguró con ardor.
—Entonces, ¿por qué nos fuimos de la isla con tanta precipitación?
—Por el mismo motivo por el que no debería haber permitido que anoche hiciéramos el amor —cortó con tono lóbrego — casi mueres al dar a luz a Toby, no quería poner en peligro tu vida con otro embarazo no planeado, así que decidí que teníamos que irnos de la isla antes de ceder a la tentación que representaba estar allá a solas contigo, que necesitábamos consultar con un obstetra antes de volver a hacer el amor. Y, a cambio nada más llegar aquí dejé... movió la cabeza. Hoy tenía una cita con un especialista, necesitaba saber que un segundo embarazo no pondría en peligro tu vida, fue de poca ayuda añadió disgustado—y dijo que no podía emitir ningún juicio antes de examinarte.
¿Hablaste de mí con un obstetra? repitió aturdida.
—¿Y si estas embarazada ahora mismo Paula? —la sola idea hizo que palideciera. —¿Y si el tiempo que pasamos juntos anoche da como resultado otro hijo?


Paula esbozó una sonrisa lenta y beatifica al comprender que la marcha súbita de la isla y el estado de ánimo sombrío que embargó a Pedro el día anterior después de hacer el amor habían sido por una sola razón.

—En ese caso al menos yo estaré encantada —le aseguró feliz—¿No querías un montón de hermanos para Toby? —tentó mientras él aún parecía atribulado.
—No a riesgo de perderte a ti —afirmó con rotundidad.
—No sabemos con certeza que exista riesgo alguno —bromeó ella impertérrita ya a la seriedad, de Pedro.

La amaba. Se amaban. Juntos podrían superar cualquier obstáculo que apareciera en el camino.

—Hasta que no veas a ese obstetra, tampoco sabremos que no existe —persistió él.
—Ten un poco de fe Pedro. ¡Recuerda que eres un Alfonso!


Parte de la tensión lo abandonó.


—¿Te estás burlando de mí, Paula?
—Solo un poquito —rió entre dientes. —Estoy a favor de correr riesgos. De hecho creo que si corremos uno ahora podría ser bueno para ambos... —añadió con voz ronca tomándolo de la mano y conduciéndolo hacia la escalera.

La siguió como un hombre hechizado, incapaz de negarle nada.Una vez que la había vuelto a encontrar, sabiendo que Paula lo amaba tanto como él a ella, que siempre había sido así, pretendía pasar el resto de su vida amándola y protegiéndola.


Y correr riesgos.. valió la pena. Su hija, nació sana y sin complicaciones exactamente un año después, seguida de dos años más tarde por el nacimiento también sin incidentes de sus hijos gemelos, Simon y Cristo Alfonso....


FIN




Gracias a todos los lectores de la nove (: nos estaremos viendo pronto

Capitulo 49

—No entiendo por qué no hablaste Pedro—insistió Paula —Por lo que has dicho se suponía que tenías que ser tú quien muriera aquel día.
—Jason estaba muerto Igual que Paulo. Cuando alguien muere, Paula, lo único que queda son los recuerdos que la gente que los quiso tiene de ellos. ¿Qué bien habría hecho, en especial a las familias de Jason y Paulo que yo afirmara que uno había sido el responsable de la muerte del otro?

Entendía la lógica tras las palabras de Pedro... ¡pero no tenían ningún sentido!


—Eso fue... muy abnegado por tu parte —murmuró.
—Más que lo que incluso yo comprendí —reconoció con aspereza.

Lo miró fijamente al entenderlo.

—Aquella noche no me hiciste el amor porque estuvieras molesto por haber perdido a Samantha ¿verdad?
—No —sonrió con pesar...
—Entonces... aquella mañana... —se humedeció los labios. —Dijiste que me llamarías ¿Iba en serio? ¿De verdad? —el palpitar de su corazón sonó muy alto en sus oídos mientras sus pensamientos... y sus esperanzas se desbocaban.
—De verdad —confirmó el atribulado. —Nuestra noche juntos había sido... sorprendente.
—¿En serio?
—Sí —suspiró —Por desgracia, ese altercado con Paulo significó que no tuve oportunidad de llamarte antes de la sesión de entrenamientos, y es evidente que no pude hacerlo después. Cuando me recobré y supe que no había tenido noticias de ti, pensé que no querías saber nada de mí.

Paula apretaba las manos con fuerza. Pedro no había amado a Samantha, ni en ese entonces ni en el presente. Había sido sincero cinco años atrás cuando le dijo que la llamaría por la mañana.

Las lágrimas le nublaron la visión.

—Pensé después de aquella noche no creí que volvería a verte.
—Creencia que se transformó en realidad—afirmó Pedro.
—Pero no porque tú lo quisieras de esa manera—protestó ella—Pedro yo... no sé qué decir —se puso de pie inquieta. — cuando aquella noche se anunció el accidente en los telediarios, yo estaba en casa. Vi los dos cuerpos tendidos en el suelo, a ti que te metían en una ambulancia, fue el peor momento de mi vida —movió la cabeza —o al menos eso pensé hasta que Samantha apareció inmediatamente después en la televisión para afirmar que tu aún la amabas.
—Jamás se me ocurrió... nunca imaginé que sus mentiras habrían convencido a alguien, pero supongo que yo conocía a la verdadera Samantha y tu no —frunció el ceño.
—La que me creí fue la de que estabas enamorado de ella —admitió Paula—No te conocía bien Pedro, pero te aseguro que jamás te consideré capaz de hacerle daño adrede a otro hombre.
—Paula ¿qué habrías hecho aquel día si no hubieras creído que todavía estaba enamorado de Samantha?
—Habría ido junto a ti, por supuesto —exclamó —No me habría importado quien hubiera podido querer detenerme, los habría obligado a dejarme que te viera
—¿Por qué?

Lo miró con expresión suspicaz. ¿Por qué?

—¿Por qué Paula? —repitió él con tono hosco.

¡Porque aquella noche se había enamorado de él, por eso! ¡Porque seguía enamorada de él!

Entrecerró los ojos al ver la incertidumbre en el rostro de ella. La suspicacia, el deseo de que no la volvieran a herir. Pedro sentía lo mismo.
Respiró hondo y aceptó que uno de ellos debía romper el punto muerto en el que se hallaban.

—¿Quizá si te contara por qué no sentí interés en lo que la gente pudiera creer que sucedió aquel día?

Paula trago saliva antes de hablar.

—¿Por qué no te importó Pedro?
Por el mismo motivo por el que nada me importó cuando recobre la conciencia dos días después del accidente —se encogió de hombros —Porque tú no estabas allí Paula —admitió sin rodeos —No estabas allí, no habías ido a verme a pesar de lo mucho que lo deseé los tres meses que pasé en el hospital seguiste sin aparecer.


Ella se quedó perpleja.


—No entiendo...
—No supongo que no —aceptó al dar los dos pasos que los separaban para posar una mano sobre su mejilla. —Mi hermosa Paula, mi valiente y hermosa Paula—sonrió —Después de todo este tiempo de todo lo que has sufrido mereces conocer la verdad.
—¿La verdad?
—Que me enamore de ti aquella noche de hace cinco años...

domingo, 30 de marzo de 2014

Capitulo 48

«Cobarde›> le dijo una voz apenas audible y burlona en su interior. Siempre había sabido que Pedro nunca la había amado ni jamás la amaría entonces ¿que importaba que le hablara de lo sucedido cinco años antes?

¡No debería importarle!

Irguió los hombros y con expresión deliberadamente impasible se volvió hacia él, una postura defensiva que estuvo a punto de desmoronarse al ver que la gentileza que había oído en la voz de Pedro se reflejaba en sus ojos.
Maldijo para sus adentros. 

¡No quería su compasión!

Quería su amor. Lo había querido cinco años atrás y en ese momento lo quería aún más, pero si no podía tenerlo desde luego no quería su compasión

Alzo el mentón.

—Adelante —invitó al final con voz tensa.


El siguió mirándola en silencio durante varios segundos, luego inclinó la cabeza con firmeza


—Primero necesito contarte dónde he estado desde que nos separamos ayer por la tarde.
—Dijiste que íbamos a hablar de lo sucedido hace cinco años—cortó con impaciencia.

Pedro suspiró por la interrupción.

—Mis actos desde que nos separamos ayer son relevantes para ese pasado. ¿Te sientas conmigo Paula? —preguntó al ver que su rostro estaba más pálido que nunca y que esa palidez resaltaba aun más las ojeras.



El hecho de que ella aceptara, le indicó cuánto la había perturbado su presencia y la conversación. Lo último que quería era hacerle más daño que el que ya le había causado, sin embargo su sola presencia lo había logrado...


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Se frotó los ojos con gesto cansado. Ella rió.

—¿Es una promesa?
—Si deseas que lo sea sí —le aseguró con pesar.


La desconcertó su docilidad.


—¿Seguro que no te has golpeado la cabeza desde la última vez que nos vimos?
—Muy graciosa.
—Lo intento —bromeó con ligereza.


Ni por un momento lo engañó el intento de ella de establecer una atmosfera superficial. La tensión en torno a sus labios le revelo que era una fachada. Igual que lo era su propia serenidad.


—Paula, cuando estábamos en la isla me preguntaste que sucedió de verdad hace cinco años cuando chocaron tres coches de Formula Uno y como consecuencia de ello dos hombres murieron. ¿Sigues queriendo esa respuesta?
—Sí, por supuesto
—¿Y me creerás si te cuento la verdad?
—Claro que te creeré Pedro—la irritó que lo dudara.


El sonrió fugazmente.


—La investigación oficial declaró que había sido un accidente pero yo sabía y siempre lo he sabido que fue Paulo Descari y no yo el responsable del choque de los tres coches.
—Pero... —se quedó boquiabierta. —¿Fue deliberado?


 Pedro apretó la mandíbula.


—Eso creo, sí.


Lo miró fijamente. ¿Por qué diablos haría algo así Paulo Descari? A menos…


—¿Porque Samantha Childe había decidido que había cometido un error? ¿Qué te correspondía? —comprendió apesadumbrada. —¿Le había contado a Paulo Descari el fin de volver contigo?


Pedro se puso de pie con expresión sombría.


—Me temo que ninguna de esas cosas era posible Paula—repuso— primero porque yo no amaba a Samantha, segundo porque fui yo quien puso fin a la breve relación que tuvimos y no al revés como tan públicamente afirmó Samantha horas después del accidente. Pero si creo que pudo haber provocado a Paulo con nuestra relación —prosiguió —Aquella mañana él intentó entablar una discusión entre los dos y estaba tan cegado por los celos que no me creyó cuando le dije que no albergaba ningún sentimiento por Samantha —volvió a suspirar. —Yo no fui responsable físico del accidente Paula, pero no obstante siempre he sentido cierta culpa, no sólo por mi completa indiferencia hacia Samantha sino porque yo sobreviví y los otros dos hombres no.
—Pero eso es... No tienes motivos para sentirte culpable Pedro—manifestó atónita—tu también podrías haber muerto
—Pero estoy aquí. Contigo —murmuró él.


¿Cuánto tiempo necesitaría Paula para comprender y cuestionarse, después de las cosas que acababa de contarle, la noche que habían pasado juntos cinco años atrás? La vio fruncir el ceño unos segundos y luego lo miró curiosa. El respiró hondo


—Estuve inconsciente durante varios días después del accidente y por eso en su momento no fui capaz de negar o confirmar la afirmación de Samantha de que yo había causado el accidente porque aún la amaba hizo una mueca desdeñosa. Cuando estuve recuperado ya ni me interesó hacerlo —añadió con indiferencia.
—¿Por qué no? —preguntó incrédula. —Sin duda debiste darte cuenta de que las palabras de ella le daban motivos a la gente de seguir albergando dudas a pesar de las conclusiones de la investigación oficial.
—¿También tú tienes motivos para seguir dudando Paula? —preguntó con los ojos entornados.


Ella movió la cabeza con vehemencia.


—No sobre tu inocencia.


Pedro había pensado y esperado que resultara más fácil que lo que estaba siendo. Pero no era así. Desnudar su alma de esa manera, sin tener idea del resultado final resultaba doloroso...




Mañana últimos dos caps (: 



Capitulo 47

—¿Dónde has estado?
—¿Dónde te parece a ti? —respondió Paula con sarcasmo mientras sacaba las bolsas de la compra del maletero del coche. —No te esperaba todavía —agregó cuando él se las quitó de la mano.—Gracias —aceptó con frialdad mientras él llevaba la media docena de bolsas a la cocina. —¿Quieres un café o algo? —comentó sin mirarlo mientras empezaba a sacar la compra.


Pedro la observó con curiosidad y noto las ojeras en sus ojos y la palidez del rostro. Estaba vestida con una camiseta rosa que marcaba la plenitud de sus pechos y unos vaqueros que resaltaban la esbeltez de sus caderas y piernas, con el rostro sin maquillaje,parecía diez años más joven que los veintiséis que tenía.

Apretó los labios al pensar en lo sucedido veinticuatro horas antes


—Yo haré el café. Luego desearía que habláramos.


Ella se puso rígida.


—Espero que no acerca de anoche.


El asintió.


—Entre otras cosas.


Paula movió la cabeza.


—No hay nada que nos quede decir sobre anoche...
—¡Nos queda todo por decir sobre anoche! —la contradijo furioso, tratando visiblemente de controlarse. No permitiré que pongas aún más barreras entre nosotros Paula, si lo prefieres yo hablaré y tu sólo tienes que escuchar.


Lo miró con suspicacia.


—¿Y si no me gusta lo que tengas que decir? —retó.
—Entonces tendré que respetarlo replicó.


Siguió observándolo en silencio unos segundos antes de asentir bruscamente.


—Bien—aceptó—Pero primero prepara el café ¿de acuerdo?


Lo que debería haber sido una escena doméstica relajada fue todo menos eso, ya que era muy consciente de él en todos los sentidos como para poder relajarse. Después de guardar toda la compra y con dos tazas de café sobre la mesa de la cocina no le quedó más alternativa que sentarse a escucharlo.


—¿Y bien? —Instó.


Pedro puso expresión dolida.


—Comprendo que aún sigues enfadada conmigo, Paula, pero no creo haber hecho nada para merecer tu desdén.

La noche anterior mientras daba vueltas en la cama sin poder dormir ella había llegado a la conclusión de que era tan responsable como él de lo sucedido. Que lo deseaba tanto como él había dado la impresión de desearla.

Suspiró.


—No estoy enfadada Pedro—admitió con pesar—Al menos no contigo.


La estudió.


—¿Estas enfadada contigo misma porque ayer hicimos el amor?
—Ayer tuvimos sexo Pedro..
—Hicimos el amor...
—Llámalo como quieras, pero los dos sabemos lo que realmente fue—los ojos le centellearon.


El respiró hondo para controlarse.


—¿No iba a hablar yo y tú te ibas a dedicar a escuchar?
—No si vas a decir cosas con las que no estoy de acuerdo —espetó...
—Me esforzaré en que no sea así —se burló.
—No puedes garantizarlo.


Pedro se encogió de hombros.


—No siempre es posible saber que te va a enfadar.
—Bueno, mientras no hables de lo que paso ayer ni de cualquier cosa que pasara hace cinco años estarás en terreno seguro.

El hizo una mueca.


—Ah.


Ella abrió mucho los ojos.


—¿Piensas hablarme de lo sucedido hace cinco años?
—Sí esa era mi intención.
—Pero... nunca has querido hablar de ello
—La situación ha cambiado... ¿Paula? —preguntó cuando ella se puso bruscamente de pie y le dio la espalda para mirar por la ventana de la cocina. —Por favor Paula—musitó.


La gentileza en el tono de Pedro era como si le estrujara el corazón. Estando en la isla le había pedido que le contara lo acontecido cinco años atrás, en aquel momento realmente había querido conocer la respuesta. Pero en ese instante se sentía tan vulnerable por el amor que acababa de reconocer que sentía por él, que no sabía si podría soportar que le hablara de sus sentimientos hacia otra mujer.


martes, 18 de marzo de 2014

Capitulo 46

—No deberíamos haberlo hecho


Paula se había derrumbado sobre el húmedo torso de Pedro cuando la última onda de placer recorrió su cuerpo pero en ese momento levanto la cabeza y lo miro incrédula.


—¿Que acabas de decir?


Él le devolvió una mirada sombría


—No debería haber hecho eso, Paula..


Lo miró atónita, se separó de golpe de él y tapó su desnudez con la blusa rota antes de ponerse de pie.


—Vete Pedro—espetó
—Paula...
—¡Vete! —repitió con voz trémula volviéndose en busca de las braguitas que logró ponerse en precario equilibrio.


Se preguntó cómo Pedro podía hacerle eso. ¿Cómo?. Lo que ella había considerado algo hermoso absolutamente único se había convertido en algo que deseaba olvidar.

¡Que deseaba que nunca hubiera sucedido!


—¿Quieres vestirte y marcharte Pedro? —él se incorporó lentamente magnifico en su poderosa desnudez. Paula no quiso mirar tanta masculinidad. —No quiero que digas nada, no quiero que hagas nada. Sólo quiero que te vistas y te vayas. Ahora —insistió
—Paula...
—¡Ahora!
—Has malinterpretado mi razonamiento, Paula...
—¡No me toques! —se apartó con brusquedad de las manos que él había apoyado sobre sus hombros.


Pedro frunció el ceño al ver su expresión.


—Mi contacto no pareció resultarte tan desagradable hace unos instantes —musitó.
—Lo mismo que a ti el mío —replicó. —Supongo que los dos nos dejamos llevar por el momento y olvidamos lo demás.
—¿Y que es lo demás? —entrecerró los ojos.
—¿Quieres ponerte algo de ropa? —repitió impaciente. —Me resulta desconcertante hablar con un hombre que está completamente desnudo...
—No soy cualquier hombre Paula, soy tu marido —señaló con aspereza mientras se enfundaba los vaqueros.
—Sé exactamente quién y que eres Pedro —aseveró. —Lo que he querido decir es que el único motivo por el que te casaste conmigo fue Toby...
—Paula...
—¿Se te habría pasado por la cabeza proponerme matrimonio de no haber existido Toby? —desafió.
—Ninguno de los dos sabrá qué habría pasado después de encontrarnos en San Francisco...
—Yo si —repuso con desdén —Dudo mucho que nos hubiéramos vuelto a ver después de lo de San Francisco si no hubieras descubierto la existencia de Toby


Pedro respiró hondo.


—Quizá ahora no sea el momento de mantener esta conversación. Estas perturbada...
—Estoy enfadada Pedro, no perturbada. Conmigo misma añadió — ¡Por caer una vez más en tu rutina de seducción!
—¿Mi rutina de seducción? —repitió incrédulo.


Paula  asintió


—No intentes negarlo—le advirtió —Aun recuerdo la habilidad con la que me sedujiste hace cinco años


El frunció el ceño


—Eso fue hace cinco años, Paula
¡Entonces debes sentirte satisfecho de saber que no has perdido nada de tu habilidad! —espetó


La estudió atentamente, deseando tomarla en brazos, explicarle sus temores por ella...


—Insultarme sólo empeora la situación le dijo con suavidad.
—¿Empeorarla? ¿Puede empeorar? —gritó. —Nos acabamos de arrancar la ropa en un frenesí sexual... y en mi caso, literalmente —bajó la vista a su blusa abierta, cuyos botones estaban diseminados a sus pies No quiero seguir hablando de esto, Pedro —corto — lo único que deseo es que te marches.
—Regresaré mañana...
—¡Por mí no te des prisa! —exclamó ella.
—Necesitamos hablar.
—Dudo mucho que tengas algo que decir que yo desee escuchar—repuso cansada.


Él apretó la mandíbula, estaba tan hermosa, lo único que quería era tomarla en brazos y volver a hacerle el amor una y otra vez.


—No importa, volveré mañana —afirmó con sombría determinación.


Ella enarcó unas cejas burlonas al ver que no hacía esfuerzo en marcharse.


—Espero que no aguardes que te diga que te estaré esperando con los brazos abiertos
—No, no lo espero —le dedicó una sonrisa carente de humor. — la sinceridad es una de las cosas que más me gustan de ti, Paula.
—Una de las pocas, no me cabe duda —aclaro —Si me disculpas ahora, me gustaría darme una ducha y acostarme —«sola», tuvo ganas de añadir. Pero no tenía sentido exponer lo obvio. Alzó el mentón. —Adiós Pedro
—Jamás será un adiós entre nosotros, Paula—aseveró con serenidad.

 «No», aceptó ella apesadumbrada cuando él por fin se fue. Seguirían con esa farsa de matrimonio el tiempo que fuera necesario. El tiempo que Toby lo necesitara.



Continuara.....





Son complicados... ¿no? últimos 4 capitulos :) 

Capitulo 45

Metió los dedos en su cabello mientras la besaba hambriento, encendido separándole los labios y permitiendo que la lengua se sumergiera en el calor de su boca,Paula sabía a miel y también estaba muy excitada.
Moldeó su cuerpo contra él y continuó besándola y reclamándola, extendió la mano sobre su trasero, la presionó contra su erección, la necesidad de poseerla era tan grande que no era capaz de pensar en otra cosa ni sentir nada que no fuera Paula. Retiró la boca de la suya y la posó en la suavidad satinada de su garganta lamiendo, probando, mordisqueando.


—¡Deberíamos para ahora mismo, Paula!
—Sí —convino ella con voz trémula.
—No puedo ser gentil contigo—gimió, sabiendo que era verdad, había esperado demasiado tiempo. ¡La había deseado demasiado tiempo!


Paula ya lo sabía, había sentido la urgencia en el instante en que la tomó en brazos. Una urgencia que también ella experimentaba y que se había desatado en cuanto la tocó. No, incluso antes.Esa percepción física había estado presente todo el día entre ellos, ardiendo justo por debajo de la superficie incluso en las conversaciones más superficiales.

—No me romperé, Pedro —lo animó con el cuello arqueado hacia el calor erótico de la boca de él— Simplemente, no pares, por favor, no pares...


Tembló con añoranza, varios botones de su blusa salieron volando en el momento en que él se la separó para desnudarle los pechos y comenzar a besárselos, a lamerlos, introduciendo un pezón hinchado en el calor de su boca mientras con una mano le masajeaba el otro.
Emitió un sollozo ronco al sentirse atravesada por el placer, que terminó por acumularse como un palpitar volcánico entre sus muslos. Estaba tan inflamada, tan necesitada al pegarse contra la erección de Pedro, que apenas era capaz de pensar con coherencia. El se movió contra ella, una promesa de un placer aún mayor, un placer que no tenía intención de permitir que Pedro les negara a ninguno de los dos. Lo quería dentro, quería observar su cara mientras la embestía con fuerza, quería oír sus gemidos de placer mezclados con los de ella, oír sus gritos cuando alcanzaran juntos esa cumbre.


—Esta vez, no, Pedro—se apartó cuando la mano la mano de él fue a desabrocharle los vaqueros. —Quiero tocarte primero, besarte, todo —añadió con voz ronca al comenzar a desabotonarle la camisa, bajársela por los brazos y dejar que cayera al suelo alfombrado.Eres tan hermoso Pedro —susurró antes de empezar a besarle todas y cada una de sus cicatrices, lamiéndole la piel, probándolo.


Pedro sabía que su cuerpo con cicatrices distaba mucho de ser hermoso, pero dejo de preocuparle todo a medida que los labios y la lengua de Paula lo recorrieron con libertad mientras apoyaba la palma de la mano sobre su erección que respondió de inmediato al movimiento rítmico y lento impuesto por ella.
Habían pasado cinco semanas juntos antes de la boda y dos días a solas en una romántica isla caribeña. Y sin embargo, era en la pequeña casa de Paula, sabiendo que estarían separados varias horas cuando perdió el control.


—Necesito... Paula necesito —calló con un gemido cuando ella le desabrochó los vaqueros y los apartó del camino para poder satisfacer dicha necesidad.

 Su boca estaba caliente al tomarlo y los dedos se cerraron en torno a la extensión de la erección para acariciarlo. Pedro se perdió en el placer de ese ataque dual a sus sentidos. Luchó por mantener el control, un poco más, quería y necesitaba disfrutar de ese momento un poco más, y se prometió para sus adentros que luego se marcharía. Paula lo empujó con gentileza hacía atrás hasta que se dejo caer en un sillón con la cabeza de ella sobre sus muslos cuando se arrodilló ante él.
Sólo unos minutos más de estar en el calor de la boca de Paula, de esa deliciosa lengua que le lamía la extensión de su miembro, de los dedos a su alrededor a medida que instintivamente comenzaba a moverse al mismo ritmo endemoniado.Paula alzó los parpados para mirarlo y adrede no apartó la vista mientras pasaba la lengua con provocación en torno al glande de la palpitante erección.

Lamiendo. Excitando. Probando.

La cara de Pedro estaba acalorada por la pasión, los ojos febriles la mandíbula apretada mientras luchaba por no perder el control.


—¡Basta! —gruño al apartarla aferrándola por los brazos para incorporarla con el fin de poder capturar la boca con la suya.


Ella se sentó a horcajadas sobre él y se besaron salvajemente. Se puso de pie con las bocas aún pegadas, coronó el trasero de Paula con la manos para alzarla con él antes de tumbarla sobre la alfombra alzando la cabeza con el fin de separarle la blusa ya rota y darse un festín con esos pechos desnudos. Primero besó un pezón y luego el otro, ella gimió suavemente cuando la miró y él continuó apretándole y masajeándole los pezones con los dedos, observando cómo se le oscurecían los ojos y se arqueaba hacia la caricia. 
Sin dejar de mirarla, le soltó los vaqueros y se los bajó por los muslos hasta quitárselos por completo separándole las piernas con el fin de situarse entre ellas, le acarició el estomago con lento movimiento circular y descendente hacia las braguitas. Paula respiró entrecortadamente mientras lo observaba tocarla con dedos cálidos y delicados, soltó un gemido cuando esos dedos se posaron sobre su sexo.
Alzó las caderas al encuentro de esa caricia tentadora. El dedo se movió y ella lo siguió.

Otra vez.

Y otra.

La tentaba. Le daba placer. La torturaba.


—¡Si Pedro! —suplicó al final, moviéndose contra él dominada por la frustración.

Le quitó las braguitas y la contempló unos instantes con ojos intensos antes de bajar la cabeza. Primero la tocó con las manos, luego con los labios besó con ternura esa cicatriz que no había tenido hacia cinco años, un placer como nunca antes había conocido irradió de su cuerpo en el instante en que la lengua de él lamió ese capullo palpitante y la lanzó al borde del abismo unos momentos antes de que el clímax rompiera sobre ella con una oleada tras otra de una intensidad tal que parecía dolor.
El placer le había vaciado la mente y soltó el aliento en una especie de sollozo al sentir que Pedro separaba los pliegues sensibles y la penetraba primero con un dedo y luego con dos. Mientras la lengua seguía acariciando ese núcleo anhelante, su cabeza se movió de un lado a otro y cerró las manos cuando él la llevo hasta otro orgasmo incluso más intenso que el primero.

No bastó. ¡Jamás bastaría!

Paula se incorporó y lo tumbó sobre la alfombra para quitarle el resto de la ropa antes de situarse encima de él, apoyando las manos sobre los poderosos hombros a medida que el calor que sentía entre las piernas se convertía en una caricia caliente contra la dureza de la erección.


—No, Paula.. gimió él cuando lo condujo a su interior, centímetro a centímetro, hasta cobijarlo por completo y quedar envuelto en su calor y su estrechez. No debemos hacer...

—Sí—insistió.


Pedro dejó de respirar cuando ella empezó a moverse con una lentitud agónica, sintió que se ponía más duro y grande, incapaz ya de soportar el tormento de esos pechos encima de él, levantó la cabeza y capturó con la boca una de esas cumbres rosadas.Paula lo tomó en toda su extensión antes de levantarse y dejar que sólo el glande permaneciera dentro de ella. Entonces volvió a bajar y a subir, así una y otra vez, por ese entonces, Pedro estaba tan excitado que era como si le tocara el mismo núcleo.
Él le aferró las caderas con las manos y guió sus movimientos al percibir la liberación inminente, y oyó el grito de Paula cuando alcanzó el orgasmo al mismo tiempo que él.

sábado, 15 de marzo de 2014

Capitulo 44

Pedro la miró desafiante.


—¿Contaría para algo si me importara? —gruño.
—¡En absoluto! —espetó con ojos centelleantes.
—Era lo que pensaba. Desayuna algo dulce Paula—le aconsejó. —Te sentirás menos mareada en el helicóptero si has comido —estaba tan hermosa enfadada, con el camisón claro ciñéndose a la exuberancia de su figura curvilínea. Le costó contenerse para no tomarla en brazos.a cambio fue hacia la puerta. Estaré fuera si me necesitas.
—No te necesitaré le aseguró con rotundidad

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¿No dijiste que ibas a marcharte? le recordó Paula horas más tarde después de que Pedro la hubiera llevado hasta su casa y se demorara sentado en el salón.

El largo vuelo en el Jet de los Alfonso había estado libre de incidentes, probablemente porque ninguno de los dos había sugerido que se acercaran al dormitorio situado en la parte de atrás del avión. Deseaba que se fuera, porque como no lo hiciera pronto sabía que cedería a las lágrimas que todo el día habían amenazado con caer.


—¿No vas a ofrecerme al menos una taza de café? —preguntó él.
—Es tarde Pedro y pensé que tenías que irte a alguna otra parte.


El frunció el ceño.


—Yo no dije eso.
—Lo diste a entender.


Sabía muy bien lo que había dado a entender. Pero una vez llegado el momento de separarse de Paula era renuente a hacerlo.


—No estoy seguro de que dejarte aquí sola sea lo más correcto.


Ella rió.


—Llevo dos años viviendo sola Pedro.
—Has vivido aquí con Toby —corrigió con firmeza. —No es lo mismo


Con pesar Paula aceptó para sus adentros que no lo era, de hecho ya era consciente de lo silenciosa y vacía que parecía la casa sin la presencia de su pequeño hijo.


—Ya soy una chica mayor, Pedro seguro que me arreglaré —indicó con ironía.
—Soy bien consciente del hecho de que eres una chica mayor.
—Entonces te sugiero que dejes de tratarme como una niña de seis años y me des el trato de una mujer de veintiséis.


La boca de él reflejó desaprobación...

—¿Mostrar preocupación por tu bienestar es tratarte como a una niña?


Paula movió la cabeza con gesto impaciente.


—¡Me has estado tratando como a una niña! Punto.
—¿Como querrías que te tratara Paula? —soltó, frustrado por esa conversación.


Paula se quedó muy quieta y percibió la repentina tensión en la habitación. Casi podía oír el crepitar de electricidad que fluía entre Pedro y ella...

Tragó saliva.


—Creo que deberías irte.


El también lo creía, de hecho ¡lo sabía! antes de que hiciera algo que luego lamentara. Que ambos pudieran llegar a lamentar...
Paula parecía cansada después del largo viaje, con ojeras en un rostro pálido por la extenuación. No obstante, había una determinación seductora en el ángulo obstinado del mentón, el mismo desafío reflejado en sus ojos y en la postura orgullosa del cuerpo, sintió la palpitación de su erección con sólo mirarla.

 Dejándole bien claro que era hora de marcharse


—Sí debería irme —reconoció con voz ronca.
—Sí.
—Ahora
—Sí
—Paula.. 
—¿Pedro?


Respiró hondo. ´


—Necesito irme
—Hazlo.


Pero en vez de alejarse cruzó el salón en dos zancadas y la pegó a su pecho mientras bajaba la cabeza y reclamaba su boca con una necesidad tan primitiva y antigua como el tiempo. Tan salvaje y primitiva como su fiero y descontrolado deseo de poseer a Paula una vez mas...